RESPETO A LA HUMANIDAD

                         RESPETO A LA HUMANIDAD 

La humanidad es tanto origen como destino común de los seres humanos en el planeta tierra. Con este proceso, que es la historia incesante de la humanidad, nos referimos al hombre humanizado, pero también al no-humanizado, es decir, al que se aparta del destino común tendiente al perfeccionamiento del género humano. Se ha dicho una y otra vez, que el hombre posee dos naturalezas: la primera referida a los condicionamientos biológicos que comparte con la especie animal, la segunda está relacionada con la cultura. Pero, habría a esto que agregar una tercera naturaleza, y ésta es precisamente la humanidad, es decir, lo que genera la propia cultura; lo que el hombre ha sido, es y seguirá siendo mientras siga vivo en el planeta tierra. Así pues, la humanidad se concibe como la relación interdependiente entre el hombre como individuo singular, las sociedades históricas y la especie animal a las que pertenece. De este modo, el hombre se realiza en este vínculo intergeneracional; es quien construye la humanidad, su humanidad, es decir, su destino común como hombre, pero al mismo tiempo es constituido por ella. La humanidad, por consiguiente, tal y como lo plantea Morin, es “lo universal concreto”, esto es: el destino común del hombre realizado históricamente en cada individuo. Dada las actuales condiciones de amenaza creciente de su supervivencia en la tierra, la humanidad ha dejado de ser una idea abstracta y vacía de contenido, vinculada directamente con las visiones apocalípticas del fin del mundo, sean éstas filosóficas o religiosas, para convertirse en una idea concreta, hoy más que nunca relacionada con los intereses vitales del “ciudadano terrestre”. Edgar Morin lo plantea de la siguiente manera: La humanidad ha dejado de ser una noción abstracta: es una realidad vital ya que desde ahora está amenazada de muerte por primera vez. La humanidad ha dejado de ser una noción solamente ideal, se ha vuelto una comunidad de destino y sólo la conciencia de esta comunidad la puede conducir a una comunidad de vida; la Humanidad, de ahora en adelante, es una noción ética: ella es lo que debemos realizar todos y en cada uno. Mientras que la especie humana continúa su aventura con la amenaza de la autodestrucción, el imperativo es salvar a la Humanidad realizándola.133 La conciencia de esta “comunidad de destino” de que nos habla Morin, sólo será posible si el hombre en tanto individuo, sociedad y especie humana, es capaz de respetar esta tercera condición humana que es la humanidad. Dicho en otras palabras, sólo podremos salvar a la humanidad de sus propios instintos e impulsos de autodestrucción, anteponiendo el respeto de todas las formas civilizadas de la existencia humana a la barbarie, a la guerra y a las actitudes y acciones imperialistas que actualmente caracterizan a las tendencias deshumanizantes en el mundo. Para ello, lo que necesitamos es, pues, como sostiene Apel: ... una ética universalmente válida para la humanidad como un todo, lo cual no significa que precisemos de una ética susceptible de prescribir, para todos los individuos o para todas las modalidades de vida sociocultural diversos, un estilo uniforme de buena vida. Bien al contrario, podemos aceptar, e incluso obligarnos a proteger, el pluraüsmo de las formas individuales de vida a condición de que quede garantizado el respeto, en cada forma de vida, a una ética universalmente válida de igualdad de derechos y corresponsabilidad en la resolución de los problemas comunes de la humanidad El respeto a la humanidad ha de significar, por tanto, la lucha cotidiana de hombres y mujeres en el mundo por la dignificación de la libertad y la dignidad humanas; respeto entendido como forma de reconocimiento de esta humana condición del hombre que consiste en su propia búsqueda de autotrascendencia, para convertirse al mismo tiempo, en un ser cada vez más universalizable. Para que este tipo de respeto y amor a la humanidad sea posible, se demanda del “ciudadano terrestre” el cultivo de una actitud radical, en donde, como sostiene Marx, “ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz para el hombre es el hombre mismo”.134 Esto significa que en esto del respeto y el amor a la humanidad, tenemos que empezar por nosotros mismos. 



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